martes, 21 de agosto de 2012

Etapa decima. Lunes 20.


La Cruz de Ferro. Astorga - Villafranca del Bierzo.

Saliendo desde Astorga para emprender nuestra primera etapa del Camino Francés, comenzamos ascendiendo desde el primer momento para alcanzar los 1.400 metros de altura en el monumento a la Cruz de Hierro, lugar en el que la tradición dicta arrojar una piedra al pié del mástil que sostiene a dicha cruz -de tamaño proporcional a los pecados cometidos- y que el peregrino debe traer consigo desde su lugar de origen. Como cada lector ya habrá imaginado el tamaño y cantidad de mis pecados, no seré yo quien desvele el peso de mi piedra.

Una vez liberado del peso físico y metafórico de nuestros pecados, comenzamos un descenso vertiginoso de 15 Km hasta Ponferrada. El inevitable olor a frenos quemados y el crujir del metal de los discos, por las elevadas temperaturas que la fricción de las pastillas ejercían desde ellos, se hacía imprescindible para controlar los hasta 78 Km/hora que se alcanzaban en algunos puntos del infernal descenso que, si bien no parece mucho para un vehículo a motor, puedo aseguraros que a los conductores de los coches que íbamos adelantando, no les parecía igual.

Tras comer en Ponferrada, destino original de nuestra etapa del día, decidimos adelantar camino, en previsión a los dos puertos de montaña que nos esperan para la etapa de mañana, el puerto de O Cebreiro y el Alto de Poio, de 1.200 y 1.334 metros, respectivamente.





2 comentarios:

  1. ¿Llevar la piedra de tamaño proporcional al de los pecados desde el lugar de origen del peregrino? Creo que se me han quitado las ganas de hacer el camino...

    Abrazos y ánimo, que ya falta menos

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  2. Espero que hayáis hecho como Gonzalo Mendoza en "La Misión"...

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