La Cruz de Ferro. Astorga - Villafranca del Bierzo.
Saliendo desde Astorga para emprender nuestra primera etapa del Camino Francés, comenzamos ascendiendo desde el primer momento para alcanzar los 1.400 metros de altura en el monumento a la Cruz de Hierro, lugar en el que la tradición dicta arrojar una piedra al pié del mástil que sostiene a dicha cruz -de tamaño proporcional a los pecados cometidos- y que el peregrino debe traer consigo desde su lugar de origen. Como cada lector ya habrá imaginado el tamaño y cantidad de mis pecados, no seré yo quien desvele el peso de mi piedra.
Una vez liberado del peso físico y metafórico de nuestros pecados, comenzamos un descenso vertiginoso de 15 Km hasta Ponferrada. El inevitable olor a frenos quemados y el crujir del metal de los discos, por las elevadas temperaturas que la fricción de las pastillas ejercían desde ellos, se hacía imprescindible para controlar los hasta 78 Km/hora que se alcanzaban en algunos puntos del infernal descenso que, si bien no parece mucho para un vehículo a motor, puedo aseguraros que a los conductores de los coches que íbamos adelantando, no les parecía igual.
Tras comer en Ponferrada, destino original de nuestra etapa del día, decidimos adelantar camino, en previsión a los dos puertos de montaña que nos esperan para la etapa de mañana, el puerto de O Cebreiro y el Alto de Poio, de 1.200 y 1.334 metros, respectivamente.
Saliendo desde Astorga para emprender nuestra primera etapa del Camino Francés, comenzamos ascendiendo desde el primer momento para alcanzar los 1.400 metros de altura en el monumento a la Cruz de Hierro, lugar en el que la tradición dicta arrojar una piedra al pié del mástil que sostiene a dicha cruz -de tamaño proporcional a los pecados cometidos- y que el peregrino debe traer consigo desde su lugar de origen. Como cada lector ya habrá imaginado el tamaño y cantidad de mis pecados, no seré yo quien desvele el peso de mi piedra.
Una vez liberado del peso físico y metafórico de nuestros pecados, comenzamos un descenso vertiginoso de 15 Km hasta Ponferrada. El inevitable olor a frenos quemados y el crujir del metal de los discos, por las elevadas temperaturas que la fricción de las pastillas ejercían desde ellos, se hacía imprescindible para controlar los hasta 78 Km/hora que se alcanzaban en algunos puntos del infernal descenso que, si bien no parece mucho para un vehículo a motor, puedo aseguraros que a los conductores de los coches que íbamos adelantando, no les parecía igual.
Tras comer en Ponferrada, destino original de nuestra etapa del día, decidimos adelantar camino, en previsión a los dos puertos de montaña que nos esperan para la etapa de mañana, el puerto de O Cebreiro y el Alto de Poio, de 1.200 y 1.334 metros, respectivamente.
¿Llevar la piedra de tamaño proporcional al de los pecados desde el lugar de origen del peregrino? Creo que se me han quitado las ganas de hacer el camino...
ResponderEliminarAbrazos y ánimo, que ya falta menos
Espero que hayáis hecho como Gonzalo Mendoza en "La Misión"...
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