martes, 14 de agosto de 2012

Etapa Cuarta. Martes 14


¡Qué grande es Cáceres!. Casar de Cáceres - Carcaboso
Alejándonos de Cáceres, y dejando detrás su casco histórico, las famosas Tortas del Casar y otros fantásticos manjares que, por supuesto, hemos tenido que degustar, parece que el cansancio a remitido; en parte gracias al descanso de la noche, mucho más fresca que las anteriores, y en parte a que es la primera jornada que podemos dormir más de seis horas, ya que también hubo siesta.

La jornada ya empezó con anécdota, ya que a las siete de la mañana, de rodillas y por debajo de la puerta del ayuntamiento de El Casar, estábamos intentando coger las llaves del albergue, con un alambre y una linterna. Ni siquiera me imagino la explicación que tendríamos que darle a un municipal, si llega a aparecer, o al propio alcalde. Aun que las siete se me antoja algo pronto para un alcalde, ¿no?

Horas después, trascurriendo el camino por fincas entre ganado y rocas graníticas, llegamos hasta el pantano de Alcántara, el cual guarda los restos de una antigua ciudad sumergida por sus aguas, de la cual, cuando baja el nivel, aflora un imponente torreón.

Desde el pantano hasta Cañaveral, todo el camino es una subida constante, en la que se atraviesan dos puentes romanos. Ya, por último, llegamos a Galisteo -una preciosa ciudad medieval, completamente rodeada de murallas en perfecto estado de conservación y con una altura de hasta once metros- y por último a Carcaboso, donde el color amarillo pastoso deja paso al color verde de las plantaciones de maíz y de tabaco.



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