lunes, 27 de agosto de 2012

Etapa decimo segunda. Miércoles 22.

Se acerca el final. Triacastela - Arzüa.

Esta jornada, la cual comenzaba solucionando un problema mecánico que se nos presentaba al final de la jornada anterior, iba a ser una jornada llena de emociones. Como aperitivo, ninguno nos esperábamos la dureza con la que nos recibiría la geografía gallega. En la etapa anterior, habíamos escuchado -en un bar de O Cebreiro- como una pintoresca gallega le respondía a un ciclista, cuando éste le preguntaba por un camino alternativo que no tuviera tantas cuestas... "mira fillo, estás en Galicia. Aquí o se sube o se baja". La rotundidad de la respuesta no hacía justicia a lo que nos depararían los caminos.
Una interminable sucesión de toboganes, a modo de montaña rusa, iba consumiendo las pocas fuerzas que nos quedaban. Compensados por el maravilloso paisaje que nos rodearía en todo el camino, fuimos capaces de llegar hasta Melides (destino inician de nuestra jornada, a 85 Km de nuestro origen), donde nos permitimos reponer fuerzas en la pulpería más conocida de todo el camino "Casa Ezequiel".
Una vez saciados, decidimos prolongar la jornada hasta Arzüa (15 Km más que sumaríamos al total de la jornada para alcanzar los 100). Y por último, y como tras finalizar cada jornada, ducha, lavandería, cena y a la cama..



Etapa decimo tercera. Jueves 23.


Sentimientos encontrados. Arzüa - Santiago de Compostela.

Realmente, esta etapa -y por ser la última- nos llevaría a encontrarnos en un cruce de sentimientos difícil de resolver; por un lado, el ansia de llegar a nuestro destino para sabernos merecedores del descanso que nos ha supuesto la gesta afrontada. Por otro lado, el sentimiento de tristeza de saber que hoy se acaba todo, que mañana ya no tendremos que volver a pedalear y que los caminos han llegado a su fin; por ahora...

Ansiosos, todos, de volver con las familias, esta etapa se nos haría larguísima. Deseosos de que no acabara la aventura, se nos haría cortísima. Sufridores del constante esfuerzo físico y mental, se nos haría larguísima. Conocedores de que tardaremos tiempo en repetir algo similar, se nos haría cortísima. Y así, un sin fin de cuestiones de difícil resolución.

Por descontado, lo más impactante de la etapa, la llegada a la Plaza de O Bradoiro. Repleta de peregrinos, algunos, compañeros de viaje, otros, compañeros de aventura y, todos, compañeros de la experiencia colectiva más inenarrable que hemos vivido hasta hoy.

Por ser ésta la última etapa de nuestro viaje, no será la última entrada en este blog, ya que ahora, una vez finalizada la aventura, actualizaremos todas las entradas incluyendo una selección de las mejores y más emotivas fotografías.

Espero que os haya gustado y espero vuestros comentarios...




martes, 21 de agosto de 2012

Etapa decimo primera. Martes 21.


Una etapa de altura. Villafranca del Bierzo - Triacastela.

Sabiendo el duro ascenso que, en esta etapa, teníamos por delante, nos tomamos con mucha calma el comienzo de la misma, aun que ya en sus primeros 20 Km comenzaba con un ligero ascenso, lo realmente exigente estaría por llegar a partir del kilómetro 23; 8,5 Km de ascenso continuado, sin más respiro ni descanso que el que nuestras exhaustas piernas nos exigían para hidratarnos y tomar algún energético, con unas rampas que oscilaban entre el 7% y el 26% en algunos tramos -más de los que os podéis imaginar y que si yo os los contara, me tacharíais de "exagerado"-.

Realmente, todo el esfuerzo y sufrimiento experimentado para alcanzar la primera de las cotas -O Cebreiro- sería ampliamente recompensada al deleitarnos con las maravillosas vistas que nos ofrecía la pequeña "población" de O Cebreiro. Un inimaginable conjunto de viviendas, que parece extraído de una de las películas de la saga del Señor de los Anillos, en las que pudimos recuperar fuerzas con viandas del lugar: empanada, pulpo, etc... con las que recuperamos las fuerzas necesarias para afrontar el alto de Poio y alcanzar la cima más alta de todo nuestro viaje.





Etapa decima. Lunes 20.


La Cruz de Ferro. Astorga - Villafranca del Bierzo.

Saliendo desde Astorga para emprender nuestra primera etapa del Camino Francés, comenzamos ascendiendo desde el primer momento para alcanzar los 1.400 metros de altura en el monumento a la Cruz de Hierro, lugar en el que la tradición dicta arrojar una piedra al pié del mástil que sostiene a dicha cruz -de tamaño proporcional a los pecados cometidos- y que el peregrino debe traer consigo desde su lugar de origen. Como cada lector ya habrá imaginado el tamaño y cantidad de mis pecados, no seré yo quien desvele el peso de mi piedra.

Una vez liberado del peso físico y metafórico de nuestros pecados, comenzamos un descenso vertiginoso de 15 Km hasta Ponferrada. El inevitable olor a frenos quemados y el crujir del metal de los discos, por las elevadas temperaturas que la fricción de las pastillas ejercían desde ellos, se hacía imprescindible para controlar los hasta 78 Km/hora que se alcanzaban en algunos puntos del infernal descenso que, si bien no parece mucho para un vehículo a motor, puedo aseguraros que a los conductores de los coches que íbamos adelantando, no les parecía igual.

Tras comer en Ponferrada, destino original de nuestra etapa del día, decidimos adelantar camino, en previsión a los dos puertos de montaña que nos esperan para la etapa de mañana, el puerto de O Cebreiro y el Alto de Poio, de 1.200 y 1.334 metros, respectivamente.





Etapa novena. Domingo 19.

Una etapa de "Relax". Alijar del Infantado - Astorga.

Tras solucionar un problema mecánico con los frenos de una de las bicis, salimos hacia Astorga, transitando por caminos muy arropados por la sombra de chopos y sauces ubicados en el margen de un riachuelo, compañero de nuestro camino durante los primeros 15 Km. Atravesando varios pueblos que, por la hora temprana de nuestro pedaleo y por el tranquilo vivir de sus gentes, alejadas de la civilización estresante de las grandes ciudades y que a poco se nos antojaban casi fantasmas, llegamos a La Bañeza; curiosa localidad en la que se celebra una carrera de motos por las calles, cual Mónaco para la F1.

De ahí hasta Astorga, tan sólo nos quedarían 25 Km, que transcurrieron por caminos solitarios y muy empedrados sin nada más que destacar.